En este momento estás viendo Esclavos de una nueva forma de educar

Esclavos de una nueva forma de educar

Lo primero de todo, perdonad por el título algo sensacionalista, cada vez es más difícil captar la atención del público para que se animen a leer.

Realmente, con esta entrada pretendo (en parte) todo lo contrario, dar aliento y reflexionar sobre esta vorágine de vida que transforma todo en una competición. Una de esas entradas en las que no os voy a presentar más actividades para los peques (ya vendrán otras, no os preocupéis).

Llevo tiempo queriendo sentarme un poco a escribir sobre mis sensaciones del tema.

Varias veces, me escribe gente preguntando como soy capaz con dos peques de preparar tantas actividades y ser tan imaginativa. Seamos sinceros, no llego a todo. Es cierto, que por mi manera de ser, por lo que he ido aprendiendo y por todo el bagaje que voy cogiendo, soy capaz de ver propuestas y crearlas en poquísimo tiempo (no quedan siempre muy bonitas y soy de usar los materiales en bruto. Por ejemplo, si construyen con rollos de cartón, no me pongo a decorarlos antes, esto también va muy en línea sobre lo que pienso sobre el juego y los materiales). Pero evidentemente mis propuestas son muy mejorables estéticamente (más en este mundo tan visual que prima en redes sociales).

Así que tranquilos, mis propuestas no siempre quedan bonitas, no sois los únicos.

Pero si uno pone el foco del tiempo en una cosa, otras se quedan cojas. Mi casa, por ejemplo, suele ser un desastre mayúsculo. Priorizo mucho el tema de cocinar porque me gusta y porque creo que comer bien y casero es importante. Pero el orden… ¡Ay, amigos! con un pequeñajo de catorce meses metiendo y sacando cosas de los cajones y yendo de un lado a otro de casa, y un mayor distribuyendo legos y piezas sueltas por todas partes, pues evidentemente deja mucho que desear.

Y sí, me ha pasado, guardar muchas ideas de Facebook o Instagram y no poder hacerlas nunca, o hacerlas a matacaballo y que no salgan bien.

Luego quiero remarcar otra cuestión.

Nada ni nadie es completamente infalible para ningún niño. Ningún método, ningún material, ninguna actividad concreta.

Si me seguís, sabéis que hago muchas propuestas con la luz o con provocaciones inspiradas en el enfoque Reggio Emilia. Pero no siempre funcionan (casi nunca funcionan de la manera en que yo pensaba) o funcionan muy poco tiempo. Sí que creo que es importante probar en diferentes ocasiones y de diferentes maneras.

Pero lo más importante es cambiar nuestra manera de ver al niño.

Cuesta, mucho. Cuesta no ser tan directivos. Cuesta mucho que a tu hijo le propongas cosas y no quiera hacerlas . Cuesta que se tire una tarde entera (o no, porque es maravilloso que ya pueda estar una tarde entera solo) jugando con sus súperheroes a «luchas» y pase olímpicamente de esa propuesta maravillosa de luz que tú le habías preparado.

Cuesta mucho escucharles de verdad y aún escuchándoles erramos, no pasa nada.

Como os digo nada es infalible ni imprescindible, sobre todo si no cambiamos nuestra manera de pensar. Ni la mesa de luz, ni Montessori, ni el mejor material no estructurado de madera. Esto no quiere decir que en casa no los tengamos o no los utilicemos. Lo hacemos (y como veis en redes solemos usarlos bastante) y me encanta tener este tipo de recursos porque realmente creo que son muy beneficiosos (repito que no imprescindibles). Pero, a lo que iba, si no los tenéis y sabéis acompañar al niño, es mucho mejor que tenerlo todo sin sentido.

Y otra cuestión importante más, solo vosotros encontraréis la manera en la que os cuadra toda la información para casa.

Yo también he sufrido un poco el «síndrome del gurú» en varios aspectos de la crianza (y creo que esto también se aplica a la crianza respetuosa, que no siempre es tanto). Me explico, pensaba que esto tenía que ser así porque si lo decía ese pediatra o ese psicólogo, tenía que ser así también para mis hijos. Y no lo ha sido, o lo era matizándolo mucho.

Así que, aunque yo os diga a veces que este juego nos encanta, que este material funciona muy bien, etc. Por favor, miradlo con perspectiva. Y sobre todo, pensad primero como os sentís vosotros al respecto, porque ahí creo que es donde radica la gran clave: Nuestras expectativas sobre el juego, nuestra infancia, como nos enseñaron a jugar, a expresarnos, lo directivos (o no) que fueron con nosotros al respecto…tantas y tantas cuestiones.

Y puede que esto sea tirarme piedras sobre mi propio tejado, porque como sabéis ofrezco un curso sobre el enfoque Reggio Emilia. Pero creo que tener toda la información sobre las herramientas que hay es clave. Sin extremos. Luego cada uno lo ira adaptando a su ser.

Por poneros un ejemplo en el que nos encontramos. Ahora, como ya os he dicho alguna vez, ando en proceso de reconciliarme con la tecnología. Y no es fácil, a mi mayor le encanta. Adora jugar al Minecraft, a Supermario Karts o súperhéroes (cero pedagógico), pero también está aprendiendo inglés, música, astronomía o ajedrez. Y la verdad, estoy un poco harta de los comentarios negativos sobre la tecnología. Porque lo siento, no puedo obviar el presente en el que vivimos, tampoco puedo obviar que su papá y yo trabajamos con la tecnología, y que probablemente él gustosamente se dedicaría a algo relacionado con los ordenadores. Simplemente intento encontrar el equilibrio para que todos estemos cómodos.

Pero tanto «experto» diciendo lo malo que es la tecnología, e incluso yo repitiéndolo a veces como un loro, sin intentar reflexionar un poquito más sobre todo esto, me hace tan esclava de la «no tecnología» como lo pueden ser otras personas de lo contrario.

Y, ¿dónde está el límite? No os niego que puede ser difícil. Para mí la violencia en la crianza es un límite (y me ha pasado y me pasará, no soy un modelo en ese sentido), la obligatoriedad de jugar de una manera concreta podría ser otro (os puede parecer exagerado, pero sobre todo en otras generaciones, hay formas de «jugar» o «no jugar»con un material inmodificables).

¿Qué opináis al respecto? ¿Os habéis creído, como yo, ciertos comentarios de expertos y luego os habéis dado cuenta de que no funcionaban en vuestra familia? ¿Puede que os hayáis sentido mal por ello? ¿Creéis que en la crianza respetuosa o en las pedagogías activas también hay mucho dogmatismo? ¿O quizás no es para tanto? Quizás soy yo sola la que lo vivo así.

¿Te ha gustado? Será genial si comentas o compartes, toda interacción es oro para el blog. Y recuerda que si no te quieres perder nada, puedes apuntarte aquí a la newsletter (¡con 2 ebooks gratuitos!): https://jugaryasombrarse.es/novedades/

¿Quieres aprender los principios del enfoque Reggio Emilia a un precio increíble? ¿Te interesa el juego no estructurado pero no sabes como comenzar?
Cursos online internacional, a tu ritmo, con teoría, vídeos y grupo de apoyo en Facebook. Comienza cuando tú quieras:

Cursos sobre enfoque Reggio y juego no estructurado en Red Educativa

Esta entrada tiene 7 comentarios

  1. Yo creo que hay que poner limites a la tecnología porque a los niños les cuesta controlarse por si mismos (niños y mayores). Es absurdo esconderselo y en parte muy dogmático pero igual veo a niños muy enganchados y llegando a la adolescencia más.

    Creo que ya te lo he dicho en alguna ocasión. En casa nos funciona limitarlo y ponerle horario. El peque sabe cuando puede y elige lo que el quiere. Fuera de ese horario en muy pocas ocasiones. Nos funciona maravillas, no hay tira y afloja, ni hay conflicto. Ahora he metido fuera de ese horario juegos de programar para peques uso code.org. Le gusta pero no tanto como los otros claro.

    Yo creo que con los juegos de ordenador también se aprende. Hay mucho aprendizaje transversal pero también directo de planear, pensar, estructuras etc…. Yo no me siento mal porque vea la tele ni juegue al ordenador pero claro yo no soy dogmática con las pedagogias alternativas.

    Por cierto que si le gustan los ordenadores abrir, desmontar y volver a montar un ordenador de los de mesa puede ser un buen ejercicio. Yo quiero hacerlo este invierno como proyecto, se lo he sugerido y le encanta. Estaba también pensando como podria trabajar que entienda internet, pero eso quizas más adelante, tendre que mirar algun libro, videos, etc…

    Gracias por hablar del tema. Por cierto, me ha gustado el titulo 😀

    1. Shantala84

      Sí, entiendo el tema atencional y estoy de acuerdo (cuanto más pequeños más) solo que intento encontrar el equilibrio, porque yo sí que veo beneficios, por ejemplo, motivacionalmente es muy atractiva la tablet y puede trabajar cosas que de otra manera se le harían muy cuesta arriba. La cuestión es que a mí al menos, me suponía una carga de culpabilidad cada vez que le encendía la televisión un momento, para poder atender otras cosas (por ejemplo a su hermano) que me suponían una mochila muy pesada. Gracias por comentar.

    2. Shantala84

      Te había respondido sin poder leer entero tu comentario. Gracias, me encanta lo que propones de abrir un ordenador. Creo que en el pueblo tengo alguna torre que sería genial para eso. un abrazo.

  2. Esther

    ¡Qué alivio!
    A diario me freno a mí misma en este tipo de conductas, queriendo hacer, comprar tal tipo de juego o juguete con cierta ansiedad para que tenga una infancia súper chula y memorable!
    Leer algo así me ayuda con el mensaje que me digo a diario, ¡presencia! ¡Su infancia en sí misma ya es memorable! 🙏❤️

    1. Shantala84

      Al final es difícil no generarnos esas «necesidades y expectativas» con la cantidad de información que hay pululando por todas partes. Pero es genial soltarlo un poco también. Me ha encantado esa frase de que su infancia ya es memorable.

  3. Rebeca

    Hoy en día si hay que poner límites dependiendo de la edad y el uso que le den

    1. Shantala84

      Creo que en poner límites estamos prácticamente de acuerdo todos, sobre todo cuando son pequeños y lógicamente tener cuidado en contenidos (digo prácticamente porque he conocido a gente que respecto al límite de tiempo no está tan de acuerdo y tiene también su base). La cuestión es cuanto, porque hay días y días, temporadas de no tocar casi un aparato y otros días que si le enchufo la televisión tres horas estaría tan feliz. Además de la culpabilidad de ponerle un rato los cantajuegos al pequeño para ir al baño y cosas así, y eso que al pequeño tengo la sensación de que no le enganchan nada las pantallas, al menos de momento. La opinión de los expertos para niños menores de dos años de cero exposición me la sé, luego está el día a día. Luego tengo una anécdota del colegio que para mí fue muy graciosa, respecto a no pongáis pantallas a vuestros hijos (cuando en el colegio usan pantallas). Gracias por responder.

Deja una respuesta

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.