¿No está la vida llena de esos momentos?
¿Planes que no se cumplieron?
¿Familias que se rompieron?
¿Enfermedades?
¿Imprevistos económicos que supusieron una losa?
Uno cree que por justicia
la vida le debe ciertas cosas,
y no llegan,
o son distintas.
Nunca pensé que mis padres iban a sufrir lo que han sufrido,
y sin embargo eso me hizo elegir determinados estudios.
Estudios de los que muchas veces he renegado,
porque sigo sin saber como enfocar mi futuro profesional.
Pero que hicieron que conociera a muchos de los
que aún son mis mejores amigos.
Estudios que sin embargo me han dado un conocimiento
del cuerpo, y una capacidad empática muy útil.
Me han dado experiencias profesionales con muy buenos amigos,
me han dado despidos, sí despidos, algo que jamás me hubiera imaginado.
Me han acentuado problemas como mi colon irritable,
y también me han dado nuevas oportunidades
que me han reafirmado como una profesional muy muy capaz.
Nunca pensé que Internet me daría al hombre maravilloso que me acompaña.
Nunca pensé que viviría en la casa y en el barrio donde vivo,
lugar que al principio (y aún a veces) me disgusta.
Pero las ventajas de este sitio son grandes.
Tener una zona verde como la Casa de Campo al lado
y estar a la vez tan cerca del centro es maravilloso.
Y por supuesto la gente, estamos estrechando
lazos con una red de gente cercana que es maravillosa también.
Y nunca pensé que mi primer embarazo sería tan sencillo
y los primeros meses tan difíciles.
Siempre quise que mi hijo fuera una niña, una muñeca tranquila
digna de anuncio.
Y doy gracias infinitas por el señor J. y todo lo que me enseña.
Nunca pensé que tener a mi segundo hijo fuera tan difícil
o que incluso puede que no llegue nunca.
Pero este proceso me está haciendo aprender muuucho,
aprender sobre lo poco qué muchas veces puede
hacer la ciencia con el conocimiento actual.
Aprendizaje sobre mí
y por supuesto sobre otros.
Quizás este proceso tenga un porqué para mi futuro…
De nuevo me ha hecho más prudente
con las emociones ajenas.
Y me ha dado alas, alas para llorar,
y para estar enfadada le pese a quien le pese,
para sentir una rabia brutal.
Alas para ser susceptible y muy sensible,
para no responder como me enseñaron,
para que me esté dando más igual
que piensen que soy la mala de la película.
Tampoco el señor J. va a terminar en el colegio que queríamos,
a pesar de los quebraderos de cabeza.
Y eso me da miedo, mucho,
y hace que tenga que trabajar mis propios prejuicios.
Y esto no es una rendición,
es un reconocimiento.
Las cosas no son como uno quiere,
y sin embargo doy gracias.