Lo primero de todo, perdonad por el título algo sensacionalista, cada vez es más difícil captar la atención del público para que se animen a leer.
Realmente, con esta entrada pretendo (en parte) todo lo contrario, dar aliento y reflexionar sobre esta vorágine de vida que transforma todo en una competición. Una de esas entradas en las que no os voy a presentar más actividades para los peques (ya vendrán otras, no os preocupéis).
Llevo tiempo queriendo sentarme un poco a escribir sobre mis sensaciones del tema.
Varias veces, me escribe gente preguntando como soy capaz con dos peques de preparar tantas actividades y ser tan imaginativa. Seamos sinceros, no llego a todo. Es cierto, que por mi manera de ser, por lo que he ido aprendiendo y por todo el bagaje que voy cogiendo, soy capaz de ver propuestas y crearlas en poquísimo tiempo (no quedan siempre muy bonitas y soy de usar los materiales en bruto. Por ejemplo, si construyen con rollos de cartón, no me pongo a decorarlos antes, esto también va muy en línea sobre lo que pienso sobre el juego y los materiales). Pero evidentemente mis propuestas son muy mejorables estéticamente (más en este mundo tan visual que prima en redes sociales).
Así que tranquilos, mis propuestas no siempre quedan bonitas, no sois los únicos.
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