Un día será delito
mirarme
con esa mirada
desarme.
Y yo sólo puedo
bajar mi mirada
y sonreír ruborizado
a medio gas.
Un día tus pies cansados
meditarán
que duelen los tacones,
y bajarán los talones
a la hierba y a las piedras,
y permanecerás quieta,
y podré alcanzarte
en igualdad de altura y condiciones.
Un día te querré aún más,
y serán pasadas las vergüenzas
del pudor del desnudo,
de las lenguas y el sudor oscuro,
del desarme mutuo total.
Un día, engendraremos el futuro,
y ese futuro lo sabrá todo.
Por qué la tierra gira,
el cielo es azul
y tu sonrisa es cálida,
contagiosa, blanca y cálida.
Por qué se esconden las estrellas
con el sol,
y por qué este abrazo es tan cálido,
milagroso, contenido y cálido.
Por qué tu sombra se escapa en la noche
y me da miedo.
Por qué esta sociedad está tan enferma,
tan poco amor, tan adulta y sola.
Y por qué te quiero tanto.
Por qué, por qué, por qué.
Bueno, realmente no lo sabremos todo,
ni el futuro tampoco.
Pero aún no es delito soñar
y eso sé que lo haremos.