¡Cómo mola bucear por papeles y cuadernos garabateados de antaño!, y reencontrarte con poemas que uno no recordaba. Como este de 1999, con quince años.
Vaga cada mañana por el mismo camino,
se dirige al mismo lugar, ya determinado,
a paso rápido aleja las dudas a un lado,
cree saberlo todo, mas ¿qué le traera el destino?
Es la carrera loca, no sabrá hacia qué parte.
Y hará cualquier cosa por hallar felicidad.
Otros dirán, «de los charcos te debes alejar»,
mas serán ellos los que se los pongan delante.
Vaga cada tarde e irá al que dicen es su hogar,
es la hora de quitar la máscara de su cara,
máscara que tapa sus defectos y sus taras.
Y ahora piensa los deseos que quiere lograr.
Que aunque es una ola que en la playa acabará rota,
que aunque la corriente le lleva a otro lugar,
en el camino sus deseos va a formular:
dinero, amor, salud, de su alma brotan.
Y cree que lo que pide no será otorgado,
y cree que todo va a ser igual por la mañana.
¿Y si por la tarde la vida cambia con ganas?
¿Quién sabe? es una ficha más en este juego de dados.
Vaga cada noche entre pesadillas y sueños,
y al dia siguiente, cuando se levante,
vagará por el mismo camino siempre hacia delante.
¿Aún no sabes quién es este protagonista pequeño?
No es un juego, piensa en tí, sabras que eres tú.
Han pasado tantos años, y me sigo viendo más reflejada si cabe, casi como profecía.