Esta poesía áspera,
como esa manta vieja y polvorienta
que da calor a tu garganta,
que pica y reconforta
y huele a recuerdos
y a maravillosos
y desasosegantes años.
Esta poesía manta,
necesariamente áspera
porque hace consciente la piel
y te hace vulnerable a ese calor.
Si todo fuera suave
te acomodarías,
dejarías de sentir.
Esta poesía amarga,
como un café fuerte,
y te despeja para enfrentarte
a un gran u otro día.
Aunque de niño lo odiaras
es necesario.
Si todo fuera dulce
te empalagarías,
te abrasaría la sed.
Esta poesía pesada
te quiebra y te hará más fuerte.
Estas “l, b, d, f…” cortantes
te abrirán en canal
y te convertirán en tu propio sanador.
Cada “o” te hará dar vueltas,
te hará perder el control para encontrar
desconocidos rumbos.
Con cada “a” comenzarás de nuevo,
con cada “z” cerrarás lo que tengas que cerrar.
Con estas letras, con esta poesía
ya casi muerta.
Vivirás.
*Inspirado en el título (únicamente en el título) del libro de Olga Lucas a José Luis Sampedro.