Me apetecía compartiros un poema mío antiguo (2004), un poema de esperanza, en unos días en los que estoy muy ocupada con un proyectillo y en un año en el que he podido vivir esa esperanza. Perdonad esta ausencia que seguirá unas semanas. Pero después tengo muchas ideas muy chulas en la cabeza.
Para aquel que entre cielo y tierra
se embaucó en la tormenta
embebido y empapado con la lluvia,
perdiéndose en la niebla,
tejiendo y enmarañándose en la red.
Aquel que gritó a la nada
y susurrando a la cadencia del tornado,
cayó al abismo
y del vacío supo volar.
Dichoso aquel que sintió.
Para aquel que giró con y contra el mundo,
y si el péndulo se mueve
él con sus fragmentos seguirá.
Aquel que soñó loco y cuerdo,
tanto y tan lejos,
y en las mañanas de esfuerzo,
tras la almohada, luchó.
Aquel de cuyas quemadas cenizas,
sus únicas cicatrices
serán el ardor de sus ideales,
la hoguera incombustible de su esperanza
y la luz que de su ser emergerá.
Dichoso aquel que vivió.